lunes, 25 noviembre
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Piden donativos para la Lucha contra el Cáncer

Por Juana Villanueva

Hoy he tenido que ir a comprar varias cosas en mi pueblo Villaviciosa de Odón, y he visto a muchas mujeres pidiendo donativos para la Asociación Española de lucha contra el Cáncer (AECC). Esta mañana ha sido la primera vez que me he dado cuenta de que detrás de estas campañas siempre hay mujeres. Me he acercado para hacer una aportación y agradecerles su trabajo en la lucha contra esta terrible enfermedad. También les he preguntado por qué no había hombres detrás de las mesas o paseando con las huchas por el pueblo.

«Pues en 21 años que llevamos aquí, nunca ha habido ninguno» – ha dicho una de ellas.

«Porque les da vergüenza» – señala otra.

«Porque lo consideran cosa de mujeres, pedir dinero no es cosa de hombres» – afirma una tercera.

Cuando yo era niña me encantaba salir a «postular» (no sé si se seguirá llamando así), siempre traía la hucha llena porque pedía y pedía sin parar. Salíamos a pedir niños y niñas sin distinción. Es cierto que no dábamos clase, pero los chicos salían con sus huchas igual que nosotras. Pero luego los niños se convierten en hombres y, o les da vergüenza pedir, o lo consideran cosa de mujeres, o se dan otras razones que hacen que no colaboren con la sociedad de esta manera. Pero se benefician de lo que esta asociación obtiene, de la misma forma que las mujeres. El cáncer no conoce de género, algunos afectan más a las mujeres, otros a los hombres, y otros a los dos, pero todos lo podemos sufrir.

Esta semana trabajando sobre el diagnóstico del Plan de Igualdad en mi empresa, afortunadamente pude ver que las diferencias eran muy pequeñas, eso sí, siempre favorables para los hombres: hay unos pocos más en los puestos de gerencia, hay unos pocos más con jornada completa, hay unos pocos más trabajadores maduros… Y eso con una Directora de RR-HH feminista (o feminazi según algunos/as), y un Director General más feminista que yo si cabe.

Claro que es muy difícil luchar contra una sociedad que hace que las mujeres se postulen menos para ascender, que reduzcan sus jornadas más que los hombres, y todavía es más complicado luchar contra un culto exagerado a la juventud, que hace a las mujeres maduras víctimas dobles, ya que se enfrentan al machismo y al edadismo al mismo tiempo.

Pero yo no decaigo, sigo trabajando porque las diferencias sean menores cada día, y con mis discursos feministas de los que se libran pocos de los que me conocen, trato de influir de acuerdo con la «teoría de la gota que se expande». Por ello pido a todos los hombres que por favor se sitúen detrás de las meses de la AECC, que seguro que atraen a otros muchos a hacer donativos y a colaborar; y pido a las mujeres que por favor se quiten ese discurso patriarcal y machista de sus bocas, ese que dice que las mujeres son malas y los hombres nobles y buenos.

No es verdad, las mujeres somos solidarias y generosas, cuidamos de los nuestros: de nuestros hijos, de nuestros padres… pero también nos preocupamos de cuidar a los demás, a los que no conocemos. También ocupamos la mayoría de los trabajos de ayuda al prójimo: en la sanidad, en la asistencia social. Y todavía más fácil ¿Por qué si las mujeres somos peores que los hombres, el 92,6% de la población carcelaria es masculina? Gracias a todas por suprimir este discurso, aunque no nos lo creamos, nuestras palabras tienen alto impacto entre los que queremos.

Para terminar, reiterar mi agradecimiento a todas las mujeres que están detrás de las postulaciones de la AECC, y también a aquellos hombres valientes que habrá en algunos pueblos, aunque no estén en el mío.

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