Discurso de un Cuento
Cuando Raúl Martín, alcalde de esta Villa y Corte, entró en el salón de Plenos, creyó ver al Conejo Blanco (personaje del relato de Lewis Carrol) y, siguiéndole, resbaló cayéndose en su madriguera. A través de su largo y profundo túnel, accedió a un mundo maravillosamente irreal y comenzó su discurso en el que evocó los inmensos e innumerables logros de su gestión tan positiva: cómo había acometido nuevos proyectos, la satisfacción de haber conseguido grandes objetivos, todo ello gracias a la elevada capacidad de su equipo de gobierno que, prácticamente, había situado a nuestro pueblo como el más limpio, el más ecológico, el más inversor…, y sin problema alguno de vivienda.
El mejor, en definitiva, de todos los confines del reino. Confundió sus deseos con la realidad, prefirió hablar más del futuro que del pasado y presente. Y eso que, por humildad, no quiso informar de su gestión más exitosa: tantas fotos y vídeos que le han colocado en el ranking de los líderes más valorados de su partido.
«Somos conscientes de que la situación es mejorable» fue todo lo que concedió. Quizá porque ya empezaba a salir de la madriguera y a vislumbrar la realidad de la luz del día. Porque, cuando la Reina de Corazones le condenó a cortarle la cabeza, él despertó de su sueño. Y este despertar no fue suave, sino un brusco ataque de realidad en cuanto comenzaron las intervenciones de la oposición.
El peligro no le venía de la Reina del cuento, sino de todos los portavoces de los grupos municipales. Ni uno solo se apiadó de él, ni de su EG, ni quien tantas veces le había echado una mano tuvo un mínimo de consideración, ni algún otro siempre comprensivo hacia la complejidad de su tarea quiso confraternizar.
Resultaría demasiado prolijo, largo, tedioso y aburrido reflejar las numerosas críticas de absolutamente todos los concejales. Lo más suave que escuchó fue la ironía de si estaba hablando de otro pueblo. Considerarle el peor alcalde de la historia de Villaviciosa no es nada nuevo y quedó claro que esto es extensible a su EG. ¡Cómo puede ser que la oposición no se haya dado cuenta, hasta ahora, de su maravillosa gestión! ¡Qué injusta fue con el pobre alcalde! Él, que había abandonado su habitual estilo «atril» (agresivo, insultante y faltón) por uno más dócil, de ovejita buena, de colaboración mutua y de oferta de entendimiento a todos (¡¡¡ incluso a Cocho !!!).
Las malas lenguas dicen que su aire sumiso y conciliador se debía a que, en breve, quiere presentar (¡por fin!) los Presupuestos y «amansando a las fieras» confía en que se lo pongan un poco asequible. Todo se dé por bien empleado.
Ni yo mismo sé si soy de los nuestros
Pero a los dos días de esto, en su partido, en vez de leer el cuento de Alicia, deciden ir a muerte con «Juego de Tronos». Así que, Raúl Martín, cuando ve que de pronto su líder y su lideresa sacan de verdad las armas y la guillotina, decide volver a meterse rápidamente en el agujero, desaparecer en la madriguera.
Desde ese momento, ni una foto más, ni un vídeo en redes, ni un comentario en Facebook. Por supuesto, nada de posicionamiento a favor de uno o de otra. Nada. Missing. Hasta que escampe. Ya habrá tiempo entonces para situarse al lado de quien haya ganado. Lo inteligente es esconderse y guardar la ropa, sin nadar siquiera. Porque yo sí soy de los nuestros, aunque no sepa todavía quiénes son.
Pero nuestro Alcalde se muestra preocupado y un tanto desesperanzado porque acaba de caer en la cuenta de que su liderazgo no es tal: ningún detective lo sigue. Y él sabe bien que, en su partido, a quien no le han puesto un detective, no es nadie.