A QUIEN PUEDA INTERESAR
Emilio Alonso
El destinatario de las cartas como esta suele ser el Juez de Paz del término municipal donde se redactan. Siéndolo yo mismo, y pareciéndome absurdo escribirme a mí propio una carta cuyo contenido de sobra sé, la encabezo con esta socorrida fórmula, semejante a los mensajes que los náufragos confían al vaivén azaroso de las olas. Despreocupado como estoy de cuanto pueda ocurrir en el futuro, aun el más inmediato, poco me importa si no llega a merecer el interés de destinatario alguno.
El propósito de la presente es dejar constancia de que me quito la vida por mi mano, sin intervención de tercero, lo que dejo dicho para iluminación de la Guardia Civil y tranquilidad de la Justicia ordinaria. Me mato libre y voluntariamente, cumpliendo así la máxima de Lugones: dueño el hombre de su vida, lo es también de su muerte. Es cierto que hace tiempo dejé de sentirme dueño de mi propia vida y la he visto derivar más bien a capricho del albur, pero he decidido no abdicar, al menos, de la propiedad inajenable de mi muerte.
Dispongo que las rentas de mis modestos caudales se destinen a la comodidad y regalo de Doña Tadea Bustingorri, por quien siento el mismo afecto que por la madre que desde hace tantos años me falta. Igualmente dispongo que la casa en la que habito y sus terrenos anejos pasen a propiedad de la Parroquia de San Eobán, de la que he sido inconstante feligrés y pacífico vecino medianero estos últimos treinta años, y para cuyo camposanto parroquial representarán una muy útil extensión. Los enseres, libros y menajes que contiene, repártanse entre los vecinos a criterio del Párroco Don Gerardo según el conocimiento que tenga de las procedencias y afectos que a cada cosa quepan. Al propio Don Gerardo quiero testimoniar aquí mi amistad sincera y, aunque no espero de él absolución por el acto terrible que estoy en trance de cometer, sí le pido que me recuerde en la traza que tenía durante nuestras inacabables partidas de ajedrez, no colgado de un alambre atado a una viga, que es la traza que tendré en unos minutos.
Como última, pero no menos vehemente voluntad, quiero que Ramos, el carnicero, intervenga mi cuerpo muerto para extraer de él el corazón y que Piru, el boticario, ponga sus mejores oficios en preservarlo incorrupto; y curso a ambos tan macabra petición en nombre de la ya larga amistad que nos ha unido, en la confianza absoluta que le darán fraterno cumplimiento. Hecho esto, quiero que sea buscada en California, último lugar donde se tiene noticia de ella, la señorita Ana Morales, hoy Anne Dyer, a quien muchos vecinos recordarán por los seis años que estuvo desempeñando en las Escuelas Municipales el oficio de maestra y acaso también por su belleza inigualable; y que se le envíe, dentro de la caja de caoba que se hallará junto a esta carta, mi corazón atravesado por dieciocho alfileres. Quiera Dios que en ellos entienda cada uno de los dieciocho años de su ausencia que, clavándose en mi corazón como dieciocho puñaladas sucesivas, han acabado por traerme a este estado de donde solo se puede salir matando este cuerpo vacío, que la crueldad de su silencio y el peso de su traición despojaron de toda alma.
Y que Dios, en su infinita misericordia, nos perdone a ambos.
Ilustración: Ana Cano Brookbank
¿QUÉ DIJO EL JURADO DEL RELATO?
Pedro Saiz Almeida
Espléndido relato en el que fondo y forma se fusionan muy bien, precisamente con la utilización de un recurso literario cercano al oxímoron –la utilización de un lenguaje grave y cuasi-jurídico aplicado a un argumento bastante demencial y paranoico. Tiene además un humor fino, casi imperceptible y está iluminado de logrados guiños literarios.
Blanca Gonzalo Castellanos
A QUIEN PUEDA INTERESAR es la carta de un hombre manifestando sus últimos deseos. Muy bien escrita y con referencias literarias notables, el relato va aumentando en intensidad, pasando de estipulaciones puramente formales y económicas a una voluntad final impactante, que en ningún caso dejará al lector indiferente
Antonio Carreira
El microrrelato A quien pueda interesar destaca porque en él no sobra nada: ni hechos ni palabras. De la carta-testamento que el juez escribe a un destinatario ignorado, se deduce lo que ha sucedido a lo largo de años, y que lleva en forma natural a lo que va a suceder.
MIGUEL CABRERA
Es original la manera carta-relato en la que está escrita. Anuncia la violencia que va a ejercer el autor consigo mismo, la violencia que quiere ejercer contra la mujer que le traicionó y abandonó, para lo cual le pide a Ramos, el carnicero, que intervenga su “cuerpo para extraer de él el corazón” y enviárselo “atravesado por dieciocho alfileres” a la Srta. Ana Morales. Escribe, para remate, un Juez de Paz del término municipal donde se redacta esta misiva macabra.
Marisol Donis
Es una historia breve bien escrita que es como un bombón, sabroso e intenso.